EL APOYO A UCRANIA Y LA
CONTRADICCIÓN JUDÍA HACIA LOS NEO NAZIS EL FIN DEL CONCEPTO DE “ANTISEMITISMO”
Es muy fácil
constatar el apoyo que Occidente le ha dado a las bandas nazis de Ucrania, vale
referir, por ejemplo, que ya en 2018 el periodista, Kevin Rawlinson en un
artículo publicado en el diario británico The Guardian el 2 de marzo,
denunciaba que los neonazis ucranianos reclutaban combatientes de forma abierta
en Londres para incorporarlos al batallón Azov.
Así mismo,
el portal británico Bellingcat reporta que, en una investigación realizada en
2019, aunque referida a 2015, el batallón Azov estuvo enganchando extremistas
estadounidenses para llevar adelante sus propósitos. Bellingcat descubrió unos
audios en los que el secretario Internacional del ala política de Azov proponía
transformar sus objetivos en una “revolución conservadora mundial” destinada a
“defender la raza blanca”. Es decir que ya en ese año, Azov se planteaba
internacionalizar el conflicto estructurando fuerzas neonazis en todo el mundo.
Así mismo, la investigación aporta información acerca de los vínculos del
Batallón Azov con el grupo neonazi violento estadounidense Rise Above Movement
y miembros de la extrema derecha de ese país.
El discurso
oficial estadounidense se propone ocultar estos argumentos que como verdades
indesmentibles exponen la contumaz defensa de las organizaciones nazis por
parte de Estados Unidos. La superficialidad de la subsecretaria de Estado Wendy
Sherman al referirse al tema queda patentizada al observar que el sustento de
sus argumentos está basado en que por su condición de “judía y ciudadana de
Estados Unidos” podía afirmar que el problema de Ucrania no tenía que ver con
los nazis, entre otras cosas porque "el presidente judío de Ucrania
definitivamente no es un nazi".
El talante
imperial de esta particular funcionaria judía la lleva a olvidar los crímenes
de Hitler y el Tercer Reich para justificar su apoyo a los nazis ucranianos.
Tal vez haya que recordarle que tanto Stepán Bandera como Román Shujévich,
cómplices y socios de la Alemania nazi cuando dirigieron fuerzas fascistas
ucranianas y actuaron bajo sus órdenes durante la invasión nazi a la Unión
Soviética, son considerados héroes en la Ucrania de hoy.
Hay que
recordar también que la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) en la
que Bandera llegó a ser comandante de su contingente militar, fue el causante
directo del asesinato de más de 100 mil ciudadanos de Ucrania y Polonia, una
buena parte de los cuales era judío. La orden de combate de la OUN estaba dada
por la idea de que había “que luchar contra los judíos puesto que son los
seguidores más fieles del régimen bolchevique y la vanguardia del imperialismo
moscovita en Ucrania" [...] " pero educando a las masas en que el
enemigo principal es Moscú”.
En un país
cuyo presidente es judío, han sido las propias organizaciones de esa comunidad
las que han denunciado la persecución que sufren por acción del ultra
nacionalismo fascista en el país. Instituciones reconocidas mundialmente como
el Congreso Judío Mundial y el Centro Simon Wiesenthal que incluso son de
orientación sionista, han denunciado la barbarie fascista en Ucrania.
La situación
política y económica de la Europa actual guarda grandes semejanzas con la de
hace un siglo atrás. La crisis económica profunda, devino en crisis política
que permitió acceder a sectores de ultra derecha al gobierno. Hitler y
Mussolini llegaron al poder por vía electoral, dándole carácter racial al
origen de la crisis, y justificando de esa manera la persecución de las
minorías, en particular de los judíos y de quienes consideraban razas
inferiores. Hoy, no es muy diferente, la ultra derecha fascista ha ido copando
cada vez más espacios en los gobiernos y los parlamentos europeos, pero en
ningún país el paramilitarismo nazi ha cobrado tanto apoyo institucional y
presencia gubernamental como en Ucrania. He ahí la diferencia. He ahí el
peligro.
Ya en los
días posteriores al golpe de Estado de 2014, Arsén Abákov, recién designado
ministro de Interior invitó a líderes y militantes de la organización fascista
“Sector Derecho” a integrarse a las nuevas fuerzas del orden ucranianas. A
pesar de que esta decisión generó sorpresa y rechazo en la opinión pública del
país, el nuevo gobierno no dio marcha atrás.
Al mismo
tiempo, tal disposición generó temor entre los judíos de Ucrania. El rabino
principal de Kiev, Moshe Reuven Azman se sintió en la obligación de instar a
los hebreos a abandonar la ciudad y el país. En una entrevista publicada en el
diario israelí Haaretz el 21 de febrero de 2014, dos días antes de la
consumación del golpe de Estado dio a conocer que: “Pedí a mi congregación que
salga del centro de la ciudad o de la urbe todos juntos, y si es posible
también del país. No quiero tentar a la suerte, pero hay constantes amenazas de
ataques contra las instituciones judías”.
El rabino no
se limitó a eso, ante la peligrosa situación creada para sus fieles decidió
cerrar las escuelas de la comunidad judía en Kiev reconociendo sin embargo que
actuaba en contradicción con los intereses de Israel, cuya embajada en Ucrania,
por el contrario, les pidió a los judíos que evitaran abandonar sus hogares,
manifestando de esa manera mayor preocupación por dar credibilidad al golpe de
Estado que por la seguridad de los 250 mil judíos que viven en Ucrania.
Lo cierto es
que el golpe de Estado produjo un incremento ostensible de los ataques contra
instituciones y ciudadanos judíos en el país llegando incluso al lanzamiento de
cócteles molotov contra una sinagoga en Zaporozhie, en el sureste del país en
los días en que se gestaba el derrocamiento del gobierno. Ya a finales de enero
de ese año, la Asociación de Organizaciones y Comunidades Judías de Ucrania
(Vaad) había denunciado ataques contra la comunidad durante los disturbios en
Kiev. El Vaad, aseguró que las agresiones iban dirigidas expresamente contra
judíos, por lo que no debían enmarcarse en la violencia que emanaba de la Plaza
Maidán durante aquellas jornadas. Simultáneamente, el periódico israelí de
derecha “Arutz Sheva” informó de asaltos contra negocios de judíos y otros
tipos de amenazas contra los residentes en Kiev.
Desde aquellas
jornadas y hasta ahora, incluso con un presidente judío, las acciones en contra
de la comunidad hebrea no se han detenido. Ante esto, la actitud del gobierno
de Israel ha sido pusilánime y cobarde en defensa de la seguridad y los
intereses de los judíos de Ucrania. El centro de su accionar ha girado en torno
a asegurar la relación con su benefactor norteamericano, aunque en términos
geopolíticos, no quiere dañar su relación con Rusia, cuya presencia en Siria le
asegura que el gobierno de Bashar el Assad, Irán y el Hezbollah libanés no
“cometan desmanes” que pudiera afectar la estabilidad de Israel y su control
sobre el Golán ocupado.
Además, debe
considerar la influencia de las poderosas comunidades judías ucraniana y rusa
que viven en Israel que mantienen permanente contacto con los judíos de sus
países de origen y que conforman el 12% del electorado del país.
En estas
condiciones Israel se ha decantado por priorizar su relación con Estados
Unidos. Un informe del servicio de investigación del Congreso de ese país da
cuenta de que Israel es el "mayor receptor de asistencia extranjera
estadounidense acumulada desde la Segunda Guerra Mundial", habiendo
recibido hasta la fecha “150 mil millones de dólares en asistencia bilateral y
fondos para defensa".
En una clara
búsqueda de equilibrio, la posición de Israel ha sido dubitativa y pusilánime
criticando la invasión rusa a Ucrania, aunque intentando no ser confrontativa
como otros países. En la sesión extraordinaria de la Asamblea General de
Naciones Unidas que se celebró el 24 de marzo, Israel votó a favor de una
resolución no vinculante condenando a Rusia por la invasión. Está por verse qué
hará Israel para mantener ese difícil equilibrio entre Occidente y Rusia sobre
todo si el conflicto en Ucrania se prolonga y recrudece en los próximos días y
semanas.
En una
reciente entrevista para la cadena estadounidense Fox News, el presidente
Zelenski reconoció que el batallón neonazi Azov forma parte del Ejército
ucraniano. Al confirmar la dependencia de esta organización de las fuerzas
armadas de Ucrania contestó: "Son lo que son. Estaban defendiendo a
nuestro país y después, quiero explicarles, todos los miembros de esos
batallones fueron incorporados al Ejército de Ucrania", reiterando que:
"los combatientes de Azov ya no son grupos auto establecidos, sino un
componente del Ejército ucraniano". Todo ello a pesar que como el mismo
Zelenski reconoció, en el año 2014 varios miembros de esos batallones neonazis
"violaron las leyes de Ucrania" por lo que "fueron llevados a
los tribunales y recibieron sentencias de prisión”.
Es de tanta
relevancia esta confesión que establece el vínculo entre el gobierno de Ucrania
y las formaciones nazi fascistas que la cadena Fox News decidió eliminar de su
canal de YouTube ese fragmento de la entrevista cuando la subió a la
plataforma.
“A confesión
de parte, relevo de pruebas”, expone un axioma jurídico. El propio presidente
judío de Ucrania ha confirmado y aceptado la colaboración de su gobierno con
las bandas nazi fascistas del país. ¿Qué piensan de esto los familiares de las
víctimas del “holocausto”? ¿Ha quedado validado el “antisemitismo” ante la
necesidad de subordinarse a los sacrosantos intereses de Washington y de las
élites sionistas?, incluso en detrimento del pueblo judío de Ucrania y del
mundo. Por lo pronto sería necesario que alguien explique esta extraña alianza
entre judíos y nazis en Ucrania… por cierto, por ahora en Ucrania. Pero si no
son detenidos, pronto los veremos en toda Europa.
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